Curiosidades históricas: la historia de la estufa de azulejos

Aunque la estufa de azulejos tiene una larga historia, fue principalmente durante el siglo XVIII cuando se extendió como fuente de calor en los hogares suecos. Las primeras estufas de azulejos consumían mucha leña y no eran muy eficientes desde el punto de vista térmico. Por ello, durante el siglo XVIII, el Estado sueco se preocupó por el elevado consumo de combustible y decidió investigar la posibilidad de crear una estufa de azulejos más eficiente. Los señores Carl Johan Cronstedth y Fabian Wrede recibieron el encargo y, en 1767, ¡se inventó la estufa de azulejos moderna! Presentaron un diseño con conductos de humo sinuosos, compuertas y trampillas. Se trataba de una construcción que conservaba el calor mucho más tiempo que los modelos anteriores, que desprendían gran parte del calor directamente por la chimenea. En la estufa de azulejos moderna se aprovecha casi todo el calor del humo, hasta tal punto que una sola hoguera puede mantener una habitación caliente durante 10-12 horas. 

Aunque la construcción se mantuvo prácticamente igual después del siglo XVIII, el diseño y la decoración de la estufa de azulejos cambiaron con el tiempo, en consonancia con el estilo arquitectónico predominante. 

Renacimiento

En los hogares burgueses de la década de 1880, la estufa de azulejos se adaptaba a menudo a la habitación en la que se colocaba. Las estufas más decoradas se encontraban en las salas de estar, mientras que en los dormitorios se utilizaban variantes más sencillas. Durante este periodo, se solían construir estufas de azulejos oscuros con motivos en relieve. Los modelos más sencillos eran blancos y lisos, con una corona ornamentada (véase la imagen 2). 

Art Nouveau

Entre 1900 y 1910, la estufa de azulejos era la fuente de calor más común en las casas de nueva construcción. Las estufas de azulejos de estilo Art Nouveau solían fabricarse completamente blancas y brillantes, con diferentes elementos decorativos como relieves en el friso y la corona. Los motivos clásicos del Art Nouveau tomados del reino vegetal, como piñas, hojas de roble y girasoles, eran elementos habituales.

Romanticismo nacional

Durante este periodo (1910-1920), las estufas de azulejos se decoraban a menudo con motivos nórdicos antiguos, como guirnaldas de flores en algunas partes de la estufa. También se hizo habitual crear réplicas de estufas del siglo XVIII. Los azulejos se podían esmaltar con esmaltes de estaño tintados para conseguir un aspecto más «imperfecto» y artesanal. Durante el romanticismo nacional se diseñaron estufas de azulejos redondas y planas en azulejos de un solo color, en verde o azul, con relieve. La estufa de azulejos en forma de caja con una parte superior cónica fue la novedad de la época (véase la imagen 3).

Años 20

Con la introducción de la calefacción central en las ciudades, la estufa de azulejos dejó de ser tan necesaria. Para mayor comodidad, se hizo habitual instalar chimeneas abiertas, que a menudo se colocaban en los vestíbulos y salones. La chimenea típica de la época tiene líneas rectas, una cornisa y está revestida de azulejos o mármol. Las conchas son un motivo decorativo muy habitual.

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